emisiones de CO2 y contener el cambio climático, va más allá del uso
del aire acondicionado y aconseja gastar menos energía con un amplio
abanico de soluciones. Recomienda, por ejemplo, consumir poca carne,
pues la cadena agroindustrial comporta un gran consumo energético,
adquirir vegetales cultivados cerca de casa o no viajar lejos en
vacaciones, para no gastar tanto carburante en el desplazamiento.
El objetivo no es sólo ahorrar energía, sino implantar un estilo de
vida bajo en CO2, una consigna que la UE quiere extender para hacer
frente a la subida del precio del petróleo y para cumplir con el
protocolo de Kioto contra el cambio climático, que obliga a reducir la
dependencia de los hidrocarburos.
La referida guía invita al ciudadano a conocer las emisiones de gases
que generan sus actividades (con una calculadora de carbono) y ofrece
consejos que permiten reducirlas hasta un 50%.
Siete consejos en casa
Siete recomendaciones sobre consumo de electricidad en casa permiten
recortar un 45% las emisiones invernadero. En el hogar, además de
regular bien el termostato del aire acondicionado (nunca por debajo de
los 25 grados) e instalar bombillas de bajo consumo, hay que tomar
otras precauciones: aislar mejor la casa (toldos, persianas), limpiar
la ropa sólo cuando esté sucia, desenchufar todos los
electrodomésticos cuando no se utilicen, apagar las luces cuando no
sean necesarias o ducharse un día sí y otro no, para no gastar tanta
agua caliente.
Productos frescos, poca carne
No sólo se propone adquirir más productos frescos, verduras y
cereales, sino que se dice que lo mejor es comer poca carne y de mejor
calidad, pues su producción supone un gran consumo energético. Los
animales criados en granjas son verdaderas máquinas que transforman
plantas y vegetales en carne, para lo cual necesitan mucha energía
(fertilizantes, cosechadoras, combustibles, piensos...). Para producir
un kilo de carne de vacuno se requieren diez kilos de cereales y para
tener un kilo de cerdo, seis kilos de grano.
Alimentos ecológicos
Además, "los abonos agrícolas con nitrógeno consumen mucha energía en
su producción y liberan óxido nitroso, trescientas veces más
perjudicial para el calentamiento que el dióxido de carbono", señala
la guía, editada por el Consell Assessor de Desenvolupament
Sostenible. En cambio, los alimentos ecológicos (o biológicos u
orgánicos) evitan el uso de fertilizantes sintéticos, al tiempo que
los productos de proximidad suponen menos transportes y gastos de
conservación en frío.
Otra manera de moverse
Los gases producidos en el transporte se pueden reducir también,
incluso hasta un 60% en una familia de cuatro miembros, con pequeños
cambios de hábitos. Para ello, bastaría por ejemplo compartir el coche
con un compañero para ir al trabajo, comprar en las tiendas cerca de
casa en lugar de en grandes hípers, ir en bicicleta para acudir a la
universidad o viajar en tren en vacaciones.
"Está muy bien reducir las emisiones per cápita; podemos hacer mucho
cada uno de nosotros; pero nuestra aportación puede arruinarse con los
viajes de vacaciones, que pueden destrozar nuestros objetivos",
recuerda además Jordi Miralles, de la fundación Terra.
Ecodiseño en la producción
Un consumo bajo en CO2 supone también cambios en la forma de producir.
La UE estudia introducir la etiqueta neutro en CO2 para prestigiar los
artículos de consumo que ahorran energía, según informó el comisario
de medio ambiente, Stavros Dimas, en la Semana Verde de Bruselas. Por
otra parte, los vehículos, los electrodomésticos y muchas otras
mercancías deben ser diseñados con estos criterios. La guía propone
rehuir la compra de mercancías que viajan desde el extranjero en avión
(el modo de transporte que genera más CO2).
Los precios, la clave
Expertos como José Enrique Vázquez opinan que la reducción del consumo
de electricidad no vendrá del voluntarismo o los planes para luchar
contra el cambio climático, sino de la subida de los precios de la
energía.
El de la electricidad es por ejemplo mucho más barato en España que en
Alemania o Italia, recuerda. "La industria mediana ya tiene una
motivación económica para reducir el consumo eléctrico, pero el
comercio o el ciudadano no", dice Vázquez. Por eso, escandaliza que
aún haya establecimientos con aire acondicionado y las puertas de la
calle abiertas de par en par. Las multinacionales ya aplican planes de
eficiencia energética (en ofimática, iluminación interior o en la
climatización), pero para las medianas empresas esta es una asignatura
pendiente; que aprobarán cuando se incrementen los costes, vaticina
este consultor ambiental, impulsor del Grup de Gestors Energètics.
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